Con la en su mayor parte brillante ceremonia de apertura de ayer, han dado comienzo los Juegos Olímpicos de Londres, que dejarán tras de
sí un reguero de records, actuaciones memorables, sorpresas, decepciones
y momentos emotivos. La misma rutina de cada cuatro años. Bendita
rutina, ciertamente, porque durante tres semanas el aficionado al
deporte disfrutará casi hasta el empacho. Pero parte de esta rutina
incluye una retahila de comentarios que hablan del “afan de superación”,
“limpia competitividad” y, sobre todo, el “espíritu olímpico”. Ja. El “espíritu olímpico” es una filfa.
Un engañabobos. Algo que sólo se creerán quienes cierren los ojos a la
realidad de lo que supone el deporte profesional hoy en día. Así que
para evitar disgustos y disfrutar al 100% de este gigantesco evento, lo
mejor sería enterrar dicho espíritu de una vez por todas.