Farmacia de Alonso Luengo, en León. Foto de Jordiasturies.

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lunes, 24 de febrero de 2014

Évole nos gastó la inocentada con retraso

Foto originalmente en www.vertele.com
 Las expectativas eran tan grandes que al final no se le perdona. Qué puñetas, estábamos ante un programa a cargo del tipo que denunció lo del accidente del metro de Valencia, que se las tuvo tiesas con las eléctricas, que descubrió el polvo bajo la alfombra del acuerdo culé con la "ONG" Qatar Foundation... Treinta y tres años después, esperábamos que, en otro 23-F, salieran a la luz datos reveladores sobre lo que muchos sospechan, que lo que algunos investigadores han dado a entender sobre los responsables reales del fallido golpe de Estado tomara auténtica carta de naturaleza...


... Y al final, nada. Agua de borrajas. Que no, chatos, que esto es una ficción. Jordi Évole se toma el 23-F como un nuevo 28-D y nos gasta una inocentada. Nos dice que queda para nosotros pensar si lo relatado en su programa es una fabulación sobre lo que pudo haber sido y no fue, o sobre lo que pudo haber sido... y sí fue.

La gente, en su mayor parte, se lo ha tomado a mal, claro. Los incondicionales de Évole ya no lo son tanto, aunque todavía le quedan los que tras madurar el shock final le ríen (le reímos) la gracia. Pero en general abundan los que se sienten traicionados, profundamente decepcionados. Es más, muchos de los que odian lo que despectivamente llaman "progrerío", en el que incluyen al exhumorista catalán, aprovechan para decir que tanta verdad hay en "Operación Palace" como en los programas de denuncia presentados en "Salvados".

Si me permiten explayarme, les diré que uno se lo creyó durante tres cuartos del programa. Quizá debiera haber sospechado con la supuesta implicación de José Luis Garci, pero tapaba mis dudas la fuerza de la teoría conspiratoria explicada, que no hacía más que exagerar hasta niveles inconcebibles lo que nos gusta sospechar a los que desconfiamos de la versión oficial, y que aparecen en datos apuntados en ciertas investigaciones sobre el 23-F. Era extraño, eso sí, que se fuera soslayando el papel del General Armada, pero esperaba que esa fuera otra pieza del puzzle que al final encajaría.

Pero Évole, insidioso creador televisivo, iba dando pistas de que no todo su monte conspiratorio era orégano. Su insistencia durante la semana sobre que no iba a ser un programa de "Salvados" ni un documental sobre el 23-F es ahora, a toro pasado, muy premonitoria. En el propio programa, cosas como la mención de la "caja blanca" no pegaban ni con cola... Uno cayó del guindo ya cerca del final, cuando se involucra a Milans del Bosch en la patraña. Ni de coña se puede pensar que este general, monárquico pero de tendencia claramente golpista, con un sentido del honor intachable dentro de su peculiaridad fascista, se aviniera a ese "golpe falso".

Ahí se rompen todos los esquemas hasta que estalla el globo al final, con la "confesión" del (ir)responsable del programa y con unas burdas imágenes manipuladas que sí que me indignaron profundamente: la foto con Garci presenciando la salida de los guardias civiles del congreso y la infame/famosa cajita blanca en la no menos infame/famosa foto de la cacería borbónica en África...

Imágenes estúpidas, de astracanada innecesaria, en un programa que meditado en profundidad tiene más aristas de las que parece.

Porque sí, estamos indignados porque nos sentimos timados, pero... si el propósito real de Évole (aquí más showman provocador, recuperando actitudes de su etapa como "Follonero" que periodista de investigación) era demostrar hasta que punto una audiencia puede ser manipulada... el éxito del programa es total. Y no sólo porque muchos de nosotros picáramos en un principio, no... la manipulación empieza con las primeras promos del programa, con esa creación de expectativas, con esas imágenes de "espectadores" de la emisión de prueba alucinados ante lo que se les contaba.


Évole nos ha estado manipulando una semana, dándonos esperanzas de que en hora de máxima audiencia y en una cadena de ámbito estatal, propiedad nada menos de un conglomerado empresario tan potente, y conservador, como el Grupo Planeta (¿por qué no nos hizo esto sospechar aún más?) se iban a dar datos ocultos, reveladores, sorprendentes, sobre el 23-F. Quizá incluso aparecería con luz y taquigrafos el esperado elefante blanco, ¿quién sabe?

Si "Operación Palace" tenía el objetivo de hacernos desconfiar hasta de nuestra sombra, también ha cosechado el éxito. Porque ya no es que sigamos desconfiando de la versión oficial, sino que ahora tendríamos que tener cuidado con cualquier teoría conspiratoria que se nos eche encima... mientras no haya pruebas fehacientes. Y la triste conclusión, moraleja del programa de ayer es que mientras no se desclasifiquen documentos oficiales, mientras no se nos permita ejercer el derecho como ciudadanos a conocer la verdad sobre situaciones que nos afectan profundamente... no sabremos nada, no podremos fiarnos de nada.

La única denuncia de Évole es la evidente, y no nos hacía falta tanta alharaca para recordárnoslo: mientras no dispongamos de todos los datos, el 23-F seguirá siendo pasto de versiones oficiales descafeinadas y dudosas frente a teorías conspiratorias que oscilarán entre lo lógico y lo abracadabrante.

Evidentemente, a algunos les habría gustado que no se bromeara sobre algo tan serio (me pregunto si muchos de los que piensan así son los que defienden la libertad de humor cuando la chanza es sobre algo que ellos no consideran grave); o que, a pesar de la falta de pruebas, Évole, a lo Oliver Stone, se hubiera echado la manta a la cabeza y hubiera dado carta de autenticidad a lo que muchos sospechan.

Indicios, haberlos... haylos. Algunos de los datos mencionados en el programa, como hemos dicho, son exageraciones de teorías y datos apuntados por los investigadores del 23-F. Puede que no hubiera reuniones en el Palace, pero por lo que se ve sí hubo contactos de golpistas con representantes de partidos políticos. Puede que nadie le pidiera a Suárez que se sacrificara para que la "representación" saliera adelante, pero sí que se apunta que prácticamente todos los sectores estaban hartos de Suárez en aquella época y que el golpe no solo era contra la democracia, sino también directamente contra él. Puede que el Rey no dijera "adelante" a la "peliculita" de Garci y los "conspiradores", pero...

Sin embargo, Évole no tuvo el valor, o temeridad, de Stone. O no era su objetivo. Ni siquiera llegó a una crítica similar a la de otra célebre película conspiratoria en la que estuve pensando ayer, Capricornio Uno.

Al final, pues, ¿qué nos ha quedado? Pues un buen programa de ficción, bien dirigido e interpretado, con ritmo... que puede que no sirva para mucho más. O puede que sí. Porque estamos debatiendo, porque hemos vuelto a hablar del 23-F, porque igual que algunos piensan que las teorías conspiratorias han quedado tocadas, otros podemos pensar que el ciudadano común, ese que había aceptado la versión oficial sin hacerse más preguntas y que ignoraba las investigaciones ya publicadas con otras alternativas... igual ese ciudadano ahora se pregunta ¿y si pudiera ser verdad algo parecido a esto? ¿Y si el 23-2-1981 hubo también una gran inocentada?

Habrá que esperar

¡Salud!

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