Farmacia de Alonso Luengo, en León. Foto de Jordiasturies.

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viernes, 21 de septiembre de 2012

Por la intendencia hacia la independencia


Estamos ante otro de esos viernes de pasión con los que nuestro “bendito” gobierno nos está regalando los oídos, y sobre todo, nuestros cada vez más agujereados bolsillos. Sin embargo, a diferencia de otras veces, no ha habido runrún previo ni rumores alarmantes o catastrofistas sobre las nuevas medidas de ajuste que tarde o temprano saldrán a la palestra cual susto de película de terror.

No, esta semana hemos estado más ocupados con el nuevo paso de la yenka en la que se han convertido las reivindicaciones de un nuevo estado catalán, en ese baile de plantear abiertamente la autodeterminación (pasito adelante) pero discutir un rescate que venga de la administración central (pasito atrás), montar una multitudinaria manifestación independentista (pasito adelante) como aperitivo de hacer el paripé de viajar a Madrid para solicitar un imposible pacto fiscal que articule la presencia de Catalunya dentro del estado español (pasito atrás).

Lo bueno de todo esto es que CiU parece abandonar su calculada ambigüedad de las últimas decadas y se inclina definitivamente al soberanismo, con lo que en unas próximas elecciones los catalanes mostrarán definitivamente y sin ambages su opinión al respecto, y la situación pasará, supuestamente, con el resultado electoral en la mano, a un escenario en el que se tendrá que buscar la mejor solución al problema.

Y si me apuran, y siendo un poquito tocacollons, podría apuntar otro aspecto positivo que ha saltado a la luz: nos hemos quitado todos el disfraz y hemos dejado aparte consideraciones tan bonitas como derechos históricos, singularidades nacionales o hechos diferenciales. Algo de lo que pueden alardear también muchas otras comunidades del país donde las reivindicaciones independentistas no gozan de tanto predicamento… todavía.

Al final, es todo cuestión de dinero. Opinan muchos catalanes que les iría mejor económicamente como estado independiente; una opinión discutible, me imagino que trufada de medias verdades y medias mentiras, pero plenamente respetable, no cabe duda. Por la intendencia hacia la independencia.

Otros debatirán y discutirán la certeza o la falsedad de esa afirmación, surgirán dimes y diretes sobre si es demagógico o no usar la crisis para alcanzar un objetivo político, se analizará la responsabilidad de los gobiernos centrales y la de los gobiernos autonómicos en el marasmo de la economía catalana, se tendrá que llegar a un acuerdo sobre las hipotéticas condiciones en las que se plantearía la secesión o la continuidad del status quo actual…

… pero lo que parece evidente es que al final habrá que respetar y apoyar la decisión de los catalanes. Por ello, urge escapar del inmovilismo en el que estamos y dejar de ver la Constitución como algo inmutable, como un arnés que oprima el desarrollo de los ciudadanos a los que teóricamente ampara. Que, no nos engañemos, ya se sabe que cuando conviene a otros intereses, la llamada carta magna se cambia con prontitud y sin necesidad de consulta alguna.

Pero al final, pase lo que pase, habrá sido la intendencia, la necesidad de sobrevivir, la que haya abierto el debate definitivo, empujado a los indecisos y marcado el comienzo del camino. A fin de cuentas la pela acaba siendo lo más importante.

Salud.

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