Farmacia de Alonso Luengo, en León. Foto de Jordiasturies.

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sábado, 7 de septiembre de 2013

Madrid 2020: Demasiadas dudas para un apoyo incondicional

Hoy es el gran día para muchos madrileños, y por lo que se ve para muchos del resto de los españoles también. Si hacemos caso a los poderes mediáticos, el apoyo para la celebración de unos Juegos Olímpicos en Madrid el 2020 es poco menos que total. Pero si caminas por los corrillos privados, tal apoyo se diluye bastante. No son tantos los casos de una oposición radical, que los hay, pero sí son mayoría las dudas.
La pregunta que más se hace es si con la situación económica de España es conveniente, y ya no digamos moral, embarcarse en la organización de un evento que como mucho sólo garantiza prestigio, si sale bien, pero en ningún modo garantiza beneficios.

Y como en esta vida es conveniente pronunciarse, diremos que en caso de duda, mejor no aventurarse, así de claro.

Ya no es sólo que sea importante la estética, que como decía el inmortal Iva a través de Makinavaja, en una cita que uno emplea con mucha frecuencia, "En un mundo podrido y sin ética, sólo nos queda la estética". Moralmente, con un país en el umbral del hambre, con un paro desbocado, con los servicios públicos cada día llegando a un nuevo mínimo, no se debe proponer el dislate de organizar unos Juegos Olímpicos. Al argumento de que sí, es mucho dinero, pero que es una inversión que dará unos réditos importantes, se le opone fácilmente la tesis de que la inversión en investigación, en educación, también da importantes réditos, y más duraderos.

Dejando aparte ese apunte, que podría ser tachado de demagógico pero que no por ello deja de ser cierto, está la más que razonable duda de que el cuento de la lechera que nos describen los análisis favorables sobre el impacto económico de este evento se convierta en un castillo de naipes facilmente derribable con la primera brizna de aire.

Se habla de una creación de puestos de trabajo importante, incluso a tiempo completo. Con todos los respetos a estos análisis, no casa esto con las imposiciones de la gran empresa y los organismos internacionales al gobierno. Si están diciendo que la recuperación económica pasa por una reforma laboral que empeora la calidad del empleo. Visto lo visto, no me creo que los supuestos nuevos trabajos creados vayan a ser de tal calidad. A ello hay que sumar que estos puestos son eventuales, como es lógico, y desaparecerán una vez pasados los Juegos, con lo que se volverá al punto de partida.

Se habla de que la construcción de infraestructuras reactivará la economía. Sin embargo, también se habla en la candidatura olímpica de que una de las ventajas de Madrid 2020 es que gran parte de las infraestructuras, tanto deportivas como de comunicación están construidas ya. Por tanto, o mienten los informes por su deseo de convencer a la ciudadanía, o miente la candidatura, en su ansia de asegurar al Comité Olímpico de que no habrá problema para celebrar los Juegos.

Se nos dice que habrá un auténtico boom turístico que aumentará los ingresos. Este es el argumento que uno más comparte, porque es lógico que un acontecimiento de estas características haga más conocidos al país y ciudad organizadores, y atraigan nueva gente interesada. Pero también  sería un crecimiento puntual, y no consolidado. No estamos hablando del caso de Barcelona 92, que demostró que España ya no era el erial franquista y que transformó a la ciudad catalana de un destino turístico de tercer orden en una de las líderes mundiales de dicho sector. Madrid y España son ya unos destinos consolidados, y hay dudas de que el aumento de la actividad turística justifique la inversión; de hecho, los ingresos calculados por los optimistas informes ni de lejos llegan a acercarse al dinero que hará falta para organizar los Juegos.

Se comenta que nuestro maltratado deporte se verá beneficiado. Lógico. Si hay inversiones, claro. Para los Juegos del 92 se involucró a la empresa privada para que apoyara a los diferentes deportes, y el empujón fue definitivo, convirtiendo a España en una potencia deportiva de primer orden. Muy bonito, sí, pero... ¿habrá ahora, en la crisis galopante en la que nos han metido, el mismo apoyo? Viendo las dificultades que encuentran deportes como el fútbol o el ciclismo para encontrar patrocinadores, permítanme que lo dude. En ese caso, ¿de dónde saldría el dinero que necesitarían las federaciones para preparar y presentar en Madrid 2020 un grupo de deportistas aspirantes a medallas o triunfos? Adivínenlo. Es fácil.

Finalmente, queda la duda, plenamente justificada viendo el panorama de juzgados en el que se mueve nuestra clase política, sobre quién se va a ver realmente favorecido por la organización de los Juegos.

 Al final, ¿qué nos queda? El prestigio y la honrilla patriótica/patriotera. Sí, sería bonito ver unos Juegos Olímpicos en nuestro país. 

Pero no a cualquier precio. Hay demasiadas dudas sobre la viabilidad como para que merezca la pena este nuevo "vivir por encima de nuestras posibilidades" en el que nos quieren embarcar.

Eso sí, si hoy es el nombre de Madrid el mencionado por los popes olímpicos, no nos quedará más remedio de que cada uno rece al dios en el que crea para que la cosa salga bien, para que sean ellos los que tenían razón y no nosotros.

Alea jacta est.

¡Salud!


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