Farmacia de Alonso Luengo, en León. Foto de Jordiasturies.

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jueves, 24 de octubre de 2013

Hoy ejercemos el derecho a mostrar asco...

Ayer, mientras observo a mi pitufa durante su clase de natación, escucho (involuntariamente, porque maldita la manía que tiene cierta gente de hablar a gritos) a otros progenitores como servidor hablando de la huelga educativa de hoy. La conclusión a la que llegan es que la cosa tiene poco remedio, que nuestro gobierno acabará haciendo lo que le dé la gana, que para eso tiene la fuerza de los votos conseguidos a base de engaños electorales... pero que el derecho al pataleo no nos lo puede quitar nadie, con lo que por lo que se ve estos ciudadanos apoyarán la convocatoria.

Al respecto, yo añado a lo que dije hace tiempo por aquí, que tristemente el derecho a la huelga se nos está convirtiendo en un privilegio, que la cosa va mucho más allá de un derecho al pataleo. Acercándonos al tema de moda en la última semana, una huelga o manifestación, cualquier protesta en definitiva, ha devenido el ejercicio del derecho a mostrar nuestro asco.

Estamos asqueados, pues. No de ser asturianos, españoles, europeos, ciudadanos del mundo o miembros de la especie humana, que eso no lo podemos escoger y tratamos de llevarlo lo mejor que podemos y sabemos. No, el asco viene de lo que nos rodea, de una serie de circunstancias sobre las que tenemos ya poco o incluso ningún control y contra las cuales lo único que podemos hacer ya es protestar, con la esperanza de que suene la flauta y nuestros gobernantes, o al menos nuestros conciudadanos, recapaciten o reaccionen. Esperanza casi tan vana como la de que nos toque la Primitiva, vaya.

Así que nos queda nuestro asco. Asco de que se estén cargando un sistema educativo que, aunque lejos de ser el perfecto, faltaría más, al menos daba la oportunidad a todos. Asco de ver que se encamina la educación hacia otro privilegio más que un derecho. Asco de observar como, con tal de desacreditar el legítimo derecho de ejercer la protesta, se intenta enfrentar a los diferentes sectores educativos (se recuerda cínicamente a los padres que los profes que apoyemos la huelga lo haremos porque tenemos el trabajo asegurado, como si el día lectivo que nos saltamos hoy nos lo fueran a regalar), se hacen veladas amenazas (no hace mucho una diputada Popular -y espero que no "popular"- sugería que se quitara la custodia a los padres que no enviaran a sus hijos a clase en una jornada de huelga)...

Asco, asco y más asco. Tras una semana en la que ha vuelto a este país la censura, en el que hemos observado con repugnancia y dolor como asesinos sanguinarios salen a la calle por culpa de una ley o "doctrina" que resultó ser una chapuza (algo que para más inri se sabía ya cuando se empezó a aplicar) pero por la que se echa la culpa al empedrado sin hacer autocrítica... hoy culminamos la secuencia mostrando nuestro asco en público. Algo así como enseñando nuestras vergüenzas y nuestra rabia contenida al mundo.

Igual que sentiríamos asco si viviéramos en un piso que no limpiamos desde hace semanas, hoy mostraremos el asco de vivir en un país donde se quiere destrozar el derecho básico a la educación, un país que no se barre ni se limpia adecuadamente desde hace mucho tiempo. Sacrificamos un día de nuestro trabajo y salimos a la calle para tratar de poner orden en nuestra casa. Porque, al menos en mi caso, si no lo intentara, entonces sí que habría motivos para tener asco de ser lo que soy.

¡Salud!

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