Farmacia de Alonso Luengo, en León. Foto de Jordiasturies.

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sábado, 25 de enero de 2014

La dimisión equivocada del presidente equivocado

Foto originalmente en EL PAÍS, JOSEP LAGO (AFP)
En un país donde uno de los chascarrillos más repetidos con garantía de éxito jocoso es el de "Dimitir" no es un nombre propio ruso (al que se le acaba añadiendo la apostilla de Y "abdicar" no es un nombre propio árabe), ésta claro que cualquier dimisión, por intranscendente que sea, sorprende. Llama la atención. Y por supuesto, cuando ocurre antes de que se confirmen por vía judicial las acusaciones que supuestamente han llevado a dicha dimisión, el involucrado ("pardillo" o "pringado" en boca de sus correligionarios según otro chascarrillo muy común) ya es juzgado por la opinión pública y declarado culpable por la misma. "Algo habrá de verdad cuando dimite" es el comentario general, trasunto de refranes españoles tan castizos como "Por el humo se sabe donde está el fuego" o "Algo tendrá el agua cuando la bendicen".

Ahora bien, uno afronta una de las noticias de esta semana desde dos puntos de vista. Por un lado, como ciudadano de esta castigada España, no puedo evitar pensar, como tantos otros han hecho, y de manera muy desenfadada a veces, que ha dimitido el presidente equivocado. Que manda uebos, y también huevos, que con todos los escándalos, acusaciones de corrupción, promesas incumplidas y recortes económicos y sociales a tutiplén, aquí solo dimitan los presidentes de equipos de fútbol. Que, a fin de cuentas, haya dimitido el presidente equivocado.

El otro punto de vista es el del genuinamente irracional culé que es uno. Me sorprendo pensando que, a pesar de que la gestión de Sandro Rosell al frente del Barça me estaba dejando muy descontento, esta dimisión no tiene mucho sentido. Por lo menos desde la óptica que algunos le estan dando.

Hasta hace bien poquito, Rosell había gestionado bien, puede que incluso a su pesar, la herencia recibida de la junta directiva anterior, una herencia que por otro lado él había contribuido a crear en su inicio. Se había consolidado una plantilla ganadora, había habido continuidad en el equipo técnico, y cuando a la fuerza le ahorcaron y hubo que cambiarlo, se apostó por una continuidad que solo la faltalidad pudo echar abajo. Durante dos años, los títulos siguieron llegando. Los expertos económicos decían que el club se iba saneando, aunque fuera a costa de muy discutibles acuerdos publicitarios con países donde los derechos más básicos se pisoteaban... pero se miraba a otro lado sabiendo que esta es una ley no escrita en el deporte de masas: no mirar de dónde viene el dinero.

Las cosas se le empiezan a torcer un poquito cuando Rosell intenta hacer algo nuevo: la promoción de una grada jove de animación, algo en principio bueno... sino fuera por los rumores de un pacto con el diablo (boixos nois) para poder llevarla a cabo, rumores que a la larga acabaron tirando el proyecto. Luego llegó la mala manera en la que se abrió la puerta de salida a símbolos de la etapa anterior, como Cruyff, Guardiola o Abidal o la incógnita sobre las razones de Victor Valdés,  dando la impresión de que se quería hacer política de tierra quemada. O el fichaje de Martino como entrenador, un buen profesional que sin embargo no parecía encajar con ese "adn blaugrana" con el que se les llenó la boca a todos los candidatos de las elecciones presidenciales de 2010... y que encima, a pesar de que el resultado, que no el juego, no es para quejarse mucho aún, ha adquirido tintes de interinidad, a la Robson, si hacemos caso a ciertos rumores que ponían a Scolari en el banquillo blaugrana el año próximo. También está la mala gestión de la relación con la estrella blaugrana por excelencia, Messi, que de por sí podría dar pie a un solo post aquí..

Y aquí llegamos a la madre del cordero, el proyecto estrella de Rosell, más digno de un dirigente megalómano dispuesto a dejar huella, algo que siempre se criticó, y con razón, cuando ocurre en la merengue acera de enfrente, y que sin embargo es muy bonito cuando lo hacen los nuestros... El fichaje de Neymar, lleno de más luces que sombras sobre la idoneidad del jugador, la necesidad del mismo y, sobre todo, del precio pagado.

Al final le ha reventado el petardo en las manos a Sandro, y lo que parecía un ejemplo de "ingeniería financiera" puede acabar convertido en un vulgar y casposo timo de la estampita. Y sin embargo, insisto, no entiendo por qué esto lleva a un cambio de opinión tan radical en pocos días, por qué se pasa de un "quiero que me llamen a declarar" a un "dimito por las presiones sobre mi familia y para que el Barça no quede involucrado".

Porque, seamos serios, con Rosell de presidente o no, si la cosa llega a juicio, el Barça ya está involucrado. Con Rosell de presidente o no, si en juicio se demuestra que se pagó un dinero no declarado como coste del fichaje, quien va a pagar los costes va a ser el Barça, no Rosell. No entiendo de leyes ni economía, pero eso creo, todavía más si pensamos que la directiva responsable del fichaje sigue hasta el final de su mandato.

Y ahí está otra cuestión. Si el motivo de la dimisión es más de alcance moral que legal, no entiendo ese enrroque, esa decisión de seguir adelante sin convocar nuevas elecciones. Si el problema es que se ha puesto en duda la moralidad de unos directivos, con Rosell al frente, lo lógico sería la convocatoria de elecciones al final de temporada, y que el soci decida si le parece bien lo ocurrido o quiere un cambio.

Así que vistas las cosas, mi parte más conspiratoria llega a ebullición y se pregunta si detrás de la dimisión de Rosell no hay en realidad un reconocimiento de una incapacidad de gestionar el nuevo Barça que se avecina. No ha habido un relevo técnico a la altura de Guardiola, la plantilla envejece sin que se atisbe una plena confianza en el relevo generacional procedente de La Masía ni se ha acometido una política de fichajes que garantice la renovación del proyecto.

¿No será, pues, que Rosell abandona el barco cuando llega el momento de las auténticas decisiones importantes, que el asunto del fichaje de Neymar, por importante que sea, ha sido la excusa perfecta para eludir responsabilidades, que, como he leído en un artículo de opinión, Sandro daba la talla como un buen segundo de a bordo, pero no como capitán de la nave?

Sea como sea, hemos tenido, y tendremos food for thought, cortina de humo con la que entretenernos durante varias semanas, para no hablar de cuestiones más serias. Por eso me parece a mí que estamos ante la dimisión equivocada, por inoportuna o por no tener una motivación tan clara, de un presidente equivocado, porque no daba la talla para ello y nunca debió llegar a ese cargo, o por no haber dimitido el que más nos interesaba que lo hiciera...

Adeu i bona sort.

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