Farmacia de Alonso Luengo, en León. Foto de Jordiasturies.

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sábado, 30 de agosto de 2014

Podemos contra las críticas

No tenemos remedio. Somos monolíticos y cainitas. Creemos tener la razón absoluta y justamente por eso vamos a crucificar, vilipendiar y asediar a quien se atreva a poner chinchetas en el camino de nuestro perfecto vehículo ideológico. Personaje o personajes estos últimos que no tienen por qué ser un dechado de virtudes, y que de hecho no lo son, pero que tienen derecho a plantear las dudas y miedos que les parezca oportuno.

Se puede decir que Podemos ya está en las grandes ligas, aquellas en las que se corta el bacalao, se dirimen las cuestiones importantes y se deciden los ganadores. El hecho de que lo haya conseguido sin haberse enfrentado todavía a rivales de categoría, llámense elecciones municipales, autonómicas o generales, demuestra que tiene cantera, jugadores con talento y entrenadores que se saben las tácticas. Por eso le tienen miedo sus rivales, que a falta de argumentos de más peso, les han acusado de "proetarras", "chavistas", "antisistema" y otras lindezas variadas típicas de toda guerra sucia política.

Sin embargo, donde se nota que el partido de Pablo Iglesias ya está graduado con todos los honores es en que ya le han salido críticos en su zona adyacente. No me refiero a su inclusión en esa macedonia de simpáticas formaciones que según algunos no hacían más que "dividir la izquierda"... un argumento fácilmente rebatible porque, para empezar, la izquierda, por culpa de partidos socialistas descafeinados españoles o izquierdas manidas, está hecha añicos desde mucho antes de la llegada de los Podemos, Equo, Partido X, PACMA y demás...

No, me refiero a la cada vez más creciente marea de los que ven en el programa de Podemos cierta indefinición, o una serie de propuestas en su mayor parte razonables pero sin una hoja de ruta que indique claramente cómo se piensa llevar a cabo. Por no hablar de los que piensan que la estructuración de la formación en los famosos "círculos" recuerda demasiado a una democracia asamblearia que puede ser fácilmente pasto de demagogias variadas y decisiones precipitadas o incluso contrarias a toda lógica.

Y es que muchos votantes de izquierda ya están demasiado quemados por las decepciones y quieren ver las cosas claras. Hay desconfianza. Aunque esta dicotomía está empezando a ser más difusa, se puede seguir manteniendo el axioma de que el votante de izquierda es más crítico que el de derecha, que es más fiel a sus principios y está dispuesto a perdonar "pecadillos" de su opción favorita con tal de que no ganen "los otros".

Para colmo, lo que era un run-run en los amplios campos de Internet se ha convertido en carne de titulares con las dudas planteadas en voz alta por gente con impacto mediático como pueden ser Willy Toledo y Joaquín Sabina. Que sí, que vale, que no son precisamente un ejemplo de mesura ideológica o coherencia en postulados, pero que han dicho en voz alta, y tienen todo el derecho del mundo a hacerlo, lo que mucha gente piensa.

Para empezar, que el poso adepto a Podemos es un cajón de sastre donde está entrando todo aquel que está en contra de la situación actual, desde decepcionados del PSOE (y se dice que, aunque como con las meigas yo no he visto a nadie, incluso algún despistado del PP) hasta simpatizantes de la extrema izquierda pasando por comunistas hartos de la inoperancia de su partido de toda la vida, y que eso puede dar un totum revolutum poco efectivo al estilo de la abracadabrante UCD en su momento, o el PSOE de comienzos de los ochenta, que sí, que no empezó tan mal, pero que demasiado pronto nos salió rana...

En segundo lugar, y más preocupante quizás, está esa indefinición de su programa. Nada nuevo por otro lado, que hace tiempo que los programas de los partidos políticos se caracterizan por eso... Eso sí, por suerte, las propuestas de Podemos son ilusionantes y algo intentan explicar, sin haber llegado (¿aún?) al nivel de otros partidos que sin ningún rubor podrían reducir sus manifiestos a un único punto: "Votadnos, pringados, para que no ganen los otros y dadnos la mayoría absoluta para que podamos hacer lo que nos dé la gana". Pero sí que es cierto que tales ilusionantes propuestas están desarrolladas de manera confusa.

Personalmente, aunque aquí me dejo llevar por mi suspicacia, no me parece fuera de lo normal esta situación. Es lógico que haya dudas ante una formación nueva, el miedo a lo desconocido y todo eso, y que puede ser preferible la ilusión de la duda y la llegada de algo fresco a la certeza de la insostenible realidad que vivimos.

Lo que sí me parece fuera de lugar es la reacción de bastantes partidarios de Podemos, y todavía peor, alguno de sus dirigentes, ante unas críticas que no son insultantes como las de la caverna mediática de la derechona, sino razonadas. Todavía peor, se ha instado a estas voces críticas a callarse, y en el caso de Sabina, a dedicarse solo a lo que sabe hacer, cantar. No debería ser esta la actitud de un partido que, dice, pretende regenerar la democracia y acabar con la casta...

Podemos se está convirtiendo poco a poco en "la gran esperanza blanca" contra un sistema caduco y destructor, y por eso urge que se defina ideológicamente con claridad y que no entre al trapo de la descalificación gratuita ni reaccione desaforadamente contra la crítica razonable, cayendo en los mismos errores de la partitocracia imperante. Debe desterrar, si no las dudas, al menos los miedos, y evitar así encontrarse no con uno, sino con millones de "willytoledos" y "sabinas" o correrá el riesgo de diluirse, y todo seguirá igual... incluso sin haber cambiado nada.

¡Salud!

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