Farmacia de Alonso Luengo, en León. Foto de Jordiasturies.

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jueves, 2 de noviembre de 2017

Español bueno, español malo, catalán bueno, catalán malo

Cuando era crío, uno de los traumas, o así, que tuve fue leyendo un libro de Sociales del cole, en 4º Primaria, creo, que cuando hablaba de la Guerra Civil la describía como una rebelión de los "buenos españoles" contra los "malos españoles que pretendían convertir a España en una República". Y es que ya de aquella yo sabía que mi abuelo, el pariente al que, y que me perdonen mis padres doquiera estén, yo tenía más cariño había sido, era, republicano y "rojo" (más tarde me enteré de que sufrió cárcel tras la guerra y que fue de los primeros afiliados a CC.OO. en Asturias, o eso me decía mi abuela).

Mi abuelo fue el primero en llevarme al fútbol. El primero en llevarme al cine. El que me hizo interesarme en la Geografía, una de sus pasiones, y con el que hacía concursos de ríos, montañas, capitales mundiales, a ver quién acertaba más. Mi abuelo me llevaba de vez en cuando al taller que tenía al lado mismo del Campo Hermanos Fresno, donde jugaba el filial del Sporting, taller donde hacía piezas para Ensidesa y otras fábricas y que para mí era un lugar mágico lleno de máquinas extrañas y herramientas con las que a veces me dejaba jugar...

Y resulta que este ser entrañable y cariñoso era un "mal español". Recuerdo ir a mi casa el día que leímos ese texto en clase y preguntarle a mi madre, casi con lágrimas en los ojos, si el abuelo era una mala persona. Mi madre puso cara de perplejidad y me preguntó como podía yo pensar eso. Se lo expliqué. Se quedó callada y me dijo que lo que pensara el abuelo no le convertía en mala persona ni mucho menos, que eran cosas de otros tiempos, aunque añadió preocupada que no lo comentara con la gente... y yo, sin entender de aquella por qué no podía hablar de ello, le hice caso, claro.

Más de cuarenta años después, revivo el trauma. Y duplicado, teniendo en cuenta mi doble origen. Porque resulta que ahora vuelve a haber "buenos" y "malos" españoles. Y "buenos" y "malos" catalanes. El que no piensa como tú es directamente "malo". Y fascista. Los "buenos" son los tuyos. Los progresistas. Y ay de ti como pienses diferente a esas opciones blanca o negra y te quedes en los matices grises. Pobre de ti como seas capaz de ver lo bueno y lo malo en ambas opciones. Desgraciado de ti como pienses que la democracia bien aplicada y el diálogo y negociación debería ser la solución a los problemas.

No, volvemos a los tiempos en los que hay que militar en concepciones extremas, y enfrentadas, de la sociedad. Si te desvías de ellas serás "buenista" o "equidistante". Un mindundi incapaz de posicionarse. Por mucho que tú tengas claro, e intentes explicar, que por supuesto que te has posicionado, que tienes una idea que ni mucho menos está en medio de ambas, sino que es una tercera vía tan válida como las otras. De hecho, llegas a creer que es la más válida... la única, incluso.

No soy independentista, pero estoy dispuesto a aceptar la independencia de un territorio si viene tras pacto entre las dos partes implicadas y un referendum con garantías. Soy, o creo ser, capaz de ver los errores y aciertos de ambas partes. En mi mundo ideal, hay una opción que recoge dichos aciertos y abomina de dichos errores tal como yo abomino de ellos.

Pienso seguir así, con un mínimo de mirada crítica sobre las cosas y sin renunciar a mi mundo de claroscuros. Aunque reciba tortas de ambos lados por ello. Me da igual. Y por supuesto espero que algún día en el futuro, mis supuestos futuros nietos no tengan que leer en un libro de texto que su abuelo fue una mala persona por pensar lo que pensaba.

¡Salud!

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