Farmacia de Alonso Luengo, en León. Foto de Jordiasturies.

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domingo, 16 de marzo de 2014

Mediocritas

Etimológicamente, la palabara "mediocre" no tiene el sentido claramente peyorativo que ha llegado a tener. En origen, era sencillamente un término medio, ni bueno ni malo sino todo lo contrario. De hecho, en la antigüedad clásica se acabó viendo como un estado deseable, la famosa aurea mediocritas que Horacio cantó basándose en el dorado punto medio de Aristóteles, un deseo hedonista de pasar por la vida sin destacar, lejos de las fuertes emociones que vendrían dadas por una virtud o alegría  "excesiva", pero también de la tristeza o dolor causadas por la pena y la vulgaridad. No busques problemas y los problemas no vendrán.

Ignoro los detalles de la evolución del término, pero supongo que el tránsito de esa acepción positiva, o por lo menos neutral, a un sentido negativo se dio en el momento en que alguien le dio la vuelta a la tortilla y comprendió que el rechazo de la virtud, ese conformismo de limtarse a verlas venir, era reaccionario e impedía cualquier progreso. La mediocridad, por tanto, dejaba de ser algo deseable para ser algo malo, solo digno de ser rechazado...

... hasta ahora, claro. La mediocridad ha vuelto a estar de moda. Pero no la mediocridad horaciana, no. Ojalá.

La mediocridad que nos inunda es la representada por la acepción más popular de la palabra, un sinónimo de "malo". No solo huyas de la virtud. Sé malo, pero malo con avaricia, ¿eh?, y te llegará la fama y la gloria. Los medios globales de comunicación que hoy dominan nuestro mundo, especialmente Internet, han dignificado la mediocridad más rastrera, vil y vulgar.

Haz la mayor tontería que se te ocurra, fílmala y cuélgala en YouTube. Dí la mayor estupidez que se te ocurra, sin pasarte de los 140 caracteres de Twitter, claro. Si eres un conato de actor, gesticula como el mayor histrión de la historia, haciendo que Stanislavsky se revuelva en su tumba. Si vas a cantar, desafina, por Dios, desafina con chillidos que dejen en paños menores al gato aquel al que le pisaron la cola. Estréllate contra una pared, cáete escaleras abajo, espatárrate contra la superficie del agua de una piscina, deja que tu bebé se esmorre contra el suelo. Hazlo público en la red de redes y enseguida serás un fenómeno viral.

Viral de virus. Síntoma de una enfermedad ponzoñosa y letal que hace que de repente lo ridículo sea la calidad, el conocimiento o la virtud. Como la mayoría somos mediocres, busquemos al "mejor peor", o el "peor mejor", que tanto monta, entre nosotros. Que nos dé igual que pueda ser real o un montaje con el que alguien pueda estar burlándose a nuestra costa. Encontremos a nuestro rey, al rey de los mediocres, entronicémosle y paseémosle como a Salieri repartiendo sonrisas a su corte de locos al final de la película Amadeus. Viva el Rey de los Mediocres, larga vida al Rey....

... o no. Porque estos reinados son efímeros. En esta monarquia zafia, en breves momentos tendremos un rey muerto y un rey puesto. Es tan fácil ser mediocre... No hacen falta estudios, no hace falta inteligencia, no hace falta espíritu de trabajo. Solo hace falta echarle morro. Y de eso nos sobra, vaya que sí.

Añoro el sentido etimológico de mediocre. Hemos llegado a un nivel en el que resulta preferible la inmovilidad y conformismo de la aurea mediocritas que esta otra mediocritas que sí que resulta reaccionaria, un paso hacia atrás preocupante en esta sociedad que hemos creado y que vaya usted a saber si tiene remedio o es la que nos merecemos.

¡Salud!

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