No me molesta la fe. Pero...

Foto: Álvaro García, en El País

No me molesta la fe. Ni las creencias religiosas o ideológicas o filosóficas de todo corte.

Por supuesto, cuando tal fe o tales creencias no atentan contra la vida de ninguna persona, tanto físicamente como espiritualmente, y si admiten y respetan el derecho de todo individuo a vivir su vida de manera libre siempre que no moleste a nadie.

No me molesta que haya gente que decida vivir su vida de manera acorde a esos tipos de fe o creencias.

Claro está, sólo en el caso de que está gente no decida imponer sus criterios a los que no la profesan ni creen en ella. Respeto a los que son fieles a un código de vida concreto, pero no admitiré de ninguna manera que me lo pretendan inculcar. Tampoco permitiré, dentro de mis limitados recursos, que ninguna fe atente contra mis libertades mínimas, sobre todo si tal actitud coarta beneficios para la mayoría.

No me molesta que las personas que profesan esa fe o creencias lo muestren públicamente con la alegría, orgullo o satisfacción que crean conveniente, y procuraré no emitir ningún juicio de valor al respecto.

En la misma línea, exigiré a esas personas que tengan la misma actitud cuando sean otros colectivos los que hagan lo mismo, incluyendo, faltaría más, aquellos con los que no estén de acuerdo.

No me molesta que cualquier lider religioso o espiritual venga de visita a mi pais para compartir con sus correligionarios sus ideas, consignas, preceptos o sencillamente alegría de pertenecer a una comunidad de creyentes concreta.

Pero me incomoda sobremanera que se de a tal visita caracter de visita de jefe de estado, que se sufrague la totalidad, la mitad, una parte, una ínfima parte, lo que sea, con dinero público, y todavía más en estos tiempos en los que se nos exige contención y sacrificio. También me molesta que se prohiba cualquier manifestación ciudadana contraria a esta situación.

 Y como decía Forrest Gump, no tengo nada más que decir sobre esto...

¡Salud!