Farmacia de Alonso Luengo, en León. Foto de Jordiasturies.

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domingo, 28 de agosto de 2011

Sobran los niños

Foto aparecida en la portada online de Público el 26-8-2011

 Leo esta noticia de Público sobre un restaurante bilbaíno que ha decidido prohibir la entrada en el mismo a niños. En principio, algo que no me sorprende... hace tiempo que hay hoteles sólo para adultos, por ejemplo, y además, el famoso "reservado el derecho de admisión" puede dar pie a cualquier cosa. O sea, que no era algo que me gustara, pero lo tenía más o menos asimilado.

El problema, o mi problema, llega cuando leo los comentarios a la noticia de otros lectores. Y pierdo el oremus ante lo que piensa la mayoría. No puedo evitarlo.

Resulta que, al menos entre la mayor parte de los lectores de este periódico, existe la impresión de que el niño es un animal asalvajado que no tiene derecho a ir a locales públicos, que ante todo y sobre todo existe el derecho de la gente a tener una velada tranquila, y que la presencia de niños es un obstáculo para la misma.

Llevo muchos años, como todos ustedes supongo, yendo a bares y restaurantes, y no me he encontrado con estas selvas infantiles sin ley ni orden. Es más, siempre me han molestado más los comportamientos de ciertos adultos que los de los niños.

Por supuesto, también he tenido que sufrir el comportamiento de algunos niños a quienes sus padres no reprimían carreras por el local, gritos variados y demás. A todos nos ha pasado alguna vez, me parece. Pero  ¿es esto motivo para cortar de raíz este supuesto problema? ¿No bastaría algo parecido al cartelito que encabeza este envío (el que aparece en la puerta del restaurante en cuestión)... pero eliminando las dos últimas líneas?

Estamos llegando a un mundo demasiado cómodo, donde preferimos la prohibición, que es muy facilita, a la educación, algo mucho más complejo. Y, por supuesto, preferimos prohibir que tener que enfrentarse al padre de la criaturita supuestamente molesta, no vaya a ser, como dice uno de los pocos comentaristas a la noticia con los que estoy de acuerdo, que nos arree un par de yoyas, porque a ver quienes somos nosotros, hostias ya, para decirle cómo tiene él que educar a sus hijos y además el cliente siempre tiene razón...

Lo dicho, un mundo cobarde y comodón es el que nos espera.

Mejor dicho: ya está aquí.

¡Salud!

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